5 de septiembre de 2012

Plaza, Azerbaijan y Tlaxcoaque


Plaza, Azerbaijan y Tlaxcoaque
Por. Gustavo Gómez Peltier

Vista aerea de Tlaxcoaque.
México D.F.
Plaza
El espacio público se celebra política y socialmente, en cambio el espacio edificado solo lo celebran “las fuerzas del mercado” y sus muy particulares huestes. En México tanto urbanistas como arquitectos suelen disociar al espacio abierto del espacio edificado, un serio problema de concepción cuando se trata de dos elementos urbanos directamente relacionados dado que lo que sucede al interior de lo edificado determina en gran medida lo que sucede en el espacio abierto.

En el urbanismo colonial de Hispanoamérica esta relación es muy clara y fue uno de los ejes en la estructura de la ciudad colonial. La plaza se concibió como el lugar que servia a las actividades de la iglesia y en su caso a las del ayuntamiento, así como a los edificios dedicados al comercio, para estos últimos se generó el espacio de los portales, espacio semi abierto que sirve como espacio de transición entre lo edificado y lo abierto, entre lo privado y lo público. La otrora Plaza Mayor de la Ciudad de México y la plaza de Santo Domingo fueron los mejores ejemplos de esta intensa relación entre “lo que sucedía dentro y lo que sucedía fuera”.

En sentido estricto una plaza no puede considerarse como tal si este tipo de relación no existe, una plaza que no tiene relación directa y permeabilidad con lo edificado no es tal, en todo caso se le considera como un jardín o un parque urbano, ya que estos no necesariamente debe contar con esta relación de permeabilidad para funcionar adecuadamente.

Hoy se habla de espacios públicos “exitosos”, de lo importante que resulta que la ciudadanía haga una “apropiación” de estos espacios, de propiciar la “interacción “ social en el espacio abierto, de “rescatar” espacios que son “de todos” y de recuperar espacios viales para convertirlos en espacios peatonales. El viejo discurso “nuevourbanista” esta en boga, parece irrebatible y que bueno que así suceda.

Para tal efecto la administración de la Ciudad de México dice hacer suyo este discurso y para llevar el discurso a los hechos  inventa un nuevo título nobiliario dentro de su administración: “la autoridad del espacio público”, es decir un responsable directo de la administración de los espacios públicos de la ciudad, lo que en otras administraciones simplemente no existía.

La tarea parece sencilla, reparar, mejorar y equipar espacios de la ciudad que no habían sido atendidos adecuadamente con el fin de que la sociedad los ocupara y de que el gobierno lo presumiera. Espacios abiertos como la Plaza de la Revolución, la calle de Madero en el centro de la ciudad y algunos parques de barrio como el Parque de los Venados o el Parque España han sido muy exitosos, éxito derivado de ya que en gran medida las actividades que ahí se desarrollan ya estaban presentes. Sin embargo otros proyectos no han tenido el éxito esperado, la razón de ello es que el contexto urbano en el que se encuentran es muy distinto y se enfrentan a un contexto edificado que incluso podría calificarse como adverso.

Vecinos 1
Plaza Tlaxcoaque

Tlaxcoaque
Tlaxcoaque nació como un barrio periférico de lo que fuera el núcleo de la ciudad durante el S. XVII, una zona inundable, insalubre y problemática (para tener una referencia histórica mucho más precisa de la zona léase el excelente texto de María Gayón y María Dolores Morales: Un rincón de la ciudad. Necatitlan y Tlaxcoaque en el siglo xix http://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/wp-content/uploads/historias66-67_87-100.pdf).

El lugar donde ahora se pretende “el relanzamiento” de la plaza de Tlaxcoaque es un espacio residual resultado de los proyectos viales que a partir de los años treinta se realizaron en el centro de la ciudad y que iniciaron con la apertura de la Av. 20 de Noviembre y posteriores obras viales que buscaban ampliar la conectividad del centro con el resto de la ciudad. El espacio abierto de Tlaxcoaque logró sobrevivir a la picota urbana de la época ya que ahí se encontraba una pequeña iglesia edificada en el S. XVII.

Desde entonces el sitio se convirtió en un triste residuo urbano que se pretendió rescatado por el regente Ernesto P. Uruchurto y su particular concepción de la modernidad urbana. Hoy día este espacio se encuentra rodeado por edificios desocupados o subutilizados de estilo neocolonial, estacionamientos en predios baldíos, modernidades arquitectónicas de los años cincuenta ocupados como bodegas así como bodegas y fabricas de ropa que conforman un contexto edificado de muy bajo valor inmobiliario y sin ningún valor arquitectónico o patrimonial.

Armonia vecinal
Plaza Tlaxcoaque

Puros rollos
Plaza Tlaxcoaque

Azerbaijan
El cambio de pavimentos, la restauración de la iglesia, los taludes ajardinados, la poda de 234 árboles, la plantación de 15 sauces llorones, 14 jacarandas, dos liquidámbares y tres flamboyanes; la construcción de una fuente monumental e iluminada que cuenta con 73 chorros de agua -un géiser central, 24 chorros pulverizadores y 48 verticales- con control electrónico; un foro al aire libre, la instalación de 65 luminarias, mobiliario urbano y particularmente la colocación de una estatua de bronce conmemorativa de la República de Azerbaiyán con la figura femenina de la paz y la victoria –representada por una mujer que llora por la muerte de sus hijos- de 3.60 metros de altura no fueron ni serán suficientes para regenerar un contexto urbano en absoluto deterioro y mucho menos para generar una plaza pública.

Miss Anne Miller
Plaza Tlaxcoaque


Todo lo anterior, por extraño que parezca, corrió a cuenta del gobierno de la hermana República de Azerbaijan quien por razones de todos desconocidas, o al menos no hechas públicas, decide invertir  recursos de aquel lejano país en el mejoramiento del espacio público de la Ciudad de México, la cual decide que el mejor lugar para hacerlo es la citada plaza de Tlaxcoaque.

Supongo que estos recursos se invirtieron en tan particular sitio (junto con una pequeña sección de Chapultepec en el Paseo de la Reforma y la calle de Gandhi) como una forma de cubrir el hecho de que para Tlaxcoaque se había convocado a un concurso internacional para convertirla en el gran proyecto urbano del bicentenario de la administración de Marcelo Ebrard, pero con el “advenimiento” de la crisis financiera global, se decidió que los escasos recursos de la ciudad para tal efecto mejor se invertirían en el “rescate” del monumento a la revolución y la plaza de la república, dejando a Tlaxcoaque en el olvido y a los ganadores del concurso “chiflando en la plaza”.

En todo caso el proyecto de “rescate” de Tlaxcoaque le quedó muy chico a la problemática del sitio y de su contexto urbano, en un par de años podremos juzgar si el hecho de remodelar espacios abiertos es factor clave en la regeneración de los espacios edificados y si con ello se logra que la sociedad “se apropie” del espacio, que “interactúe” con el resto de la sociedad, que los niños jueguen a la sombra del monumento dedicado a la paz y la victoria y que cada año se realice una bella pero emocionante ceremonia cívica en la que los chilangos nos reunamos a celebrar la independencia de Azerbaijan. Estaremos pendientes.

Solovino
Plaza Tlaxcoaque
!Arriba corazones!
Plaza Tlaxcoaque