Levante la mano el que diga yo.
Luz y sonido.
Estela de luz.
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Los
monumento siempre están dedicados a algo o alguien y su objetivo es
significarlo o representarlo, pero los monumentos también representan al estado
y por añadidura al gobierno que lo decide, lo impone y lo paga. Esta doble
representación no es casualidad y en gran medida suele ser la verdadera intensión.
La lectura que la sociedad hace de la Estela de Luz es también doble, por un
lado la significación simbólica del bicentenario de la independencia (abstracta
y poco clara) y la del gobierno en turno (abyecto en resultados). Hoy día disociar
ambas lectura parece casi imposible.
Cuestionado
hasta el hartazgo en cuanto a su costo, pertinencia, forma, función,
materiales, significado, localización, discurso y legibilidad al tiempo que dejó
muy mal parados a funcionarios, instituciones, constructoras, arquitectos y
jurados expertos. El monumento al bicentenario, la estela de luz, la paleta mimi,
la suavicrema, la lápida o como sea el apodo de este mes, será o debería ser el
último monumento de gran escala que se construirá en el país.
Luz y fuerza del centro.
¿Que
candidato, gobernador, presidente municipal, artista, escultor, arquitecto,
urbanista o ciudadano bien intencionado está pensando en erigir un nuevo
monumento de gran escala?; ¿quién estaría dispuesto a correr el riesgo político
o profesional de hacer un monumento “bueno, bonito y barato” que si sea
abrazado por la sociedad y por los medios?. Parece que nadie y en todo caso nadie se atrevería hoy a
decirlo.
No
hay tema para un nuevo monumento, no parece existir pretexto alguno que resulte
válido, probablemente lo único que puede ser aceptado -no sin serios y amplios
cuestionamientos de parte de la clase gobernante y las buenas conciencias
nacionales- sería la construcción de un monumento, memorial o un mausoleo a las
víctimas de “la guerra contra el narco”; pero política y presupuestalmente se
ve muy complicado que esto pueda solucionarse en buena forma.
Parece
que la Estela de Luz es el monumento al fin de los monumentos, el modelo de
representación y justificación del estado mediante estos elementos urbanos esta
totalmente agotado y resulta tan anacrónico en términos urbanos, sociales y
políticos como erigir la representación en bronce del gobernante en turno.
Monumento a Vicente Fox.
Boca del Río Veracruz, Mex.
Foto: La Jornada.
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Foto: Foxilandiablogspot.
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